viernes, 3 de diciembre de 2010

bio-política-punk.

No me voy a poner a discutir ahora sobre el instante preciso en el que comienza la vida, tampoco sobre el suspiro último que determina con exactitud el aparecer de la muerte, eso ahora me resulta poco importante. No voy a intentar escupirles con lagrimitas pelotudas mis propias miserias del pasado para convencerlos de una puta nada, ni quiero discutir giladas heteronormativas, catolicotas ni mucho menos feministas. Pero acabo de salir a la calle a buscar cigarrillos y cerveza, compañeros infaltables de un viernes a la noche y se me crisparon hasta los pelos del culo cuando ví en la luneta trasera de un colectivo un cartel enorme con la cara de un niño blanquito y saludable que decía: “si a la vida, no al aborto”

No voy a intentar desentrañar quién tiene la razón, no me interesa darles ni un centímetro a los feligreses chupacirios, pero me pregunto, simplemente me pregunto: de qué me están hablando?
Una sociedad contaminada de batallitas pelotudas de las que nadie sabe nada  pero todos opinan, se informan y discuten, donde prima la inmediatez, las promesas de papitos buenos, de Mesías privados que nos libren de todo mal, que se acostumbró a hacer dialéctica de la mierda y entonces comen caca de la caca, donde el amor es entendido como una posesión más que se puede comprar y vender muy al estilo mercado libre, donde se pide a gritos ser tratado como títere, donde todos fuimos tan amarretes que en el mercado de las caretas nos compramos una sola y la usamos para siempre, la lavamos todas las noches y nos la ponemos todas las mañanas, toda desgastada, carcomida por el tiempo.

Hubiese preferido encontrarme con otro mensaje en la luneta del bondi, hubiese querido, y tal vez me cagaba de risa, que atrás del bondi se lea: “contra el aborto, coja por el orto” y que en vez de un niño saludable la foto muestre un tipo con las nalgas bien abiertas esperando el pijaso de alguno, preferentemente si ese otro se mostraba con los pantalones simplemente abiertos, el cinturón colgando, la camisa apenas levantada y la desesperación en la cara de querer penetrar bien duro a ese otro buen cristiano. Lo hubiese preferido porque además de subliminal y simpático, hubiese sido “gay friendly”, es decir, políticamente correcto y actual.
Pero no, en la luneta había una foto de un nene bien y decía “si a la vida, no al aborto” con un fondo rojo de placa de crónica tv. En el mismo bondi en el que nos subimos cada mañana con un tarrito de vaselina en la mano para que nos la den bien por el culo con la única careta toda gastada que tenemos.

Vayan a tomar por culo enfermitos moralistas que seguro les va a gustar y de seguro también van a encontrar alguna oración que los libere de todo mal, culpa y cargo. Dejen que decidamos solitos qué hacer con nuestras heridas y recuerden que para que un mensaje prenda en el público siempre es mejor acompañarlo de tetas, pijas  y culos. 
Aprendan! 

1 comentario:

Anónimo dijo...

me conmovio la parte de ir a trabajar con el tarrito de vaselina.me senti profundamente identificado.
maravilloso mensaje a la patria toda.