domingo, 6 de noviembre de 2011

esta ironía porno nuestra.

Se desnuda al llegar, mientras yo tomo mate y arreglo un poco la mesa del patio. Camina, se mueve alrededor mío y me pide una reposera. Se la doy. Mientras se acomoda,  veo cómo se asientan, en su culo pálido, millones de pelos largos que se enrulan  y dibujan infinitas formas en ese lienzo curvo.
Yo no estoy excitada a decir verdad. Pero voy entrando en ritmo cuando, sin cuestionar nada, cumplo con lo que me va ordenando y veo cómo sus huevos y su pija, de estar colgando, pasan a tener otras formas.
Es la mente, me dice; pero no me dice qué cosas le pasan por la mente para mover de esa manera las bolas, lo cierto es que tampoco me interesa, porque con verlas ya me alcanza. Sé lo que pasa por la mía.
Hablamos de la vida, de cosas simples y también de cosas tristes. Sigue desnudo y veo que su pija se hace chiquita, se encapulla, cuando hablamos de cosas serias. Pero cuando se da cuanta que la estoy pispiando se ríe y me hace reír. Cambiamos de tema, su pija ahora tiene una pequeña contracción que la hace dar un saltito.
Me dió frío, me dice y entra a buscar su ropa. Creo que va a salir vestido, pero no, sale desnudo y con las medias puestas. Me da risa verlo así, pero en seguida pienso “el maldito lo hace para negarme los  pies” y entonces me doy cuenta que estoy a punto.
Hablamos un rato más y ya no puedo mirar otra cosa que la metamorfosis de su pija, cómo cada tanto la toca, como acomodándola suavemente, acariciándosela. Te gusta mirar? Me pregunta. Sabes que si, le respondo. A mi también, me dice y empieza a sacudirse la pija, bien dura ya, clavándome los ojos en las tetas escotadas.
Acercate, me dice y abre las piernas para que pueda meterme entre ellas. Con una mano me agarra de la cintura y me empuja para acercarme bien a la pija que sacude cada vez más rápido. Con el roce de su mano en mi concha vestida me saca el primer polvo. Sentí un temblor y los pantalones muy húmedos.
Me arrodillo, quiero sacarle las medias. No me deja. Si te portas bien van a ser tu premio, me dice. Los quiero, insisto. Después y se  inclina para chuparme las tetas. Hunde toda su cara entre mis tetas y después golpea mis pezones con su pija que desprende algunas gotitas.
La pongo entre mis tetas. Le escupo la punta para lubricarla y poder sentir mejor cómo sube y baja apretada entre mis esponjosas tetas. Empiezo pasándole la lengua por la punta, hasta que la trago toda y entonces me agarra fuerte de los pelos, haciendo que mi cabeza suba y baje a su ritmo. Me hunde hasta casi atragantarme y me levanta en el momento justo.
Me pide que me saque el pantalón mientras beso sus huevos. Sacame las medias, me dice finalmente. Y al agacharme para desnudar sus enormes pies, los beso en posición de alabanza, sacando culo como una gatita tomando agua.
Me hace incorporar y focalizar otra vez en su pija. Mientras se la chupo, acomoda su pie derecho en mi conchita mojada. Siento primero su hermoso dedo gordo, pero pronto se confunden los dedos y puedo sentir todo su pie en mí.
Mirame y pajeame, me pide. Te  voy a llenar de leche hoy. Me muevo sobre su pie y aprieto su pija con mi mano, mientras sostengo entre risas su mirada. Más fuerte,  me pide. Estás con un hombre, me repite. Yo sigo moviéndome y sacudiéndola. 
Cuando me da el primer calambre, sale el primer guascaso. La leche salta como en una pequeña fuente y no sólo yo quedo llena de leche, sino que también su cara se lleva unas gotas.



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