lunes, 27 de diciembre de 2010

zoología fantástica II.

sobre la frustración del gatite:

La frustración del gatite tiene absoluta relación con la inconmensurabilidad de los paradigmas.
Porque aun cuando todo le resulte familiar, el gatite no comprende el paradigma humano. Está completamente incapacitado para hacerlo, simplemente porque él está dentro de otro.
Tal vez por eso, el gatite se puede pasar horas haciendo crucigramas. Sentado con lapicera en mano, la mirada perdida y pensando más allá del juego. Y es que de alguna manera el crucigrama es como una analogía de su vida en sociedad. Al estar rodeado de humanos, el gatite se ve obligado permanentemente a estar  adivinando palabras, otorgar sentido a los fonémas, hacer de las letras algo consistente.

Muchas veces el gatite se siente sólo. Quiere ser comprendido, escuchado con profundidad, sin estar parando en cada punto o coma para explicar qué es lo que quiso decir desde su lenguaje. Esto  no le resulta una tarea sencilla.  Lo que él necesita es un verdadero intérprete, no un simple oyente y ahí es donde vienen las complicaciones. Para desarrollar el arte de la hermenéutica se necesita tiempo y en el mundo humano de la inmediatez, nunca hay tiempo.
El gatite, que es un ser bastante sentimental, se frustra al no encontrar quién lo comprenda y entonces se resigna a tener que traducirse el mismo a lenguaje humano. Traducción completamente torpe como cuando queremos traducir nuestros pensamientos a un idioma que no conocemos muy bien. Hasta comete errores en acentuaciones que provocan un poco de risa y cierta ternura.

Es necesario decir, para ser justos, que no es fácil ser gatite en un medio tan lleno de humanos. Y esto porque aun cuando se  muevan parecido a nosotros, como si fuese uno más, el gatite es un "entre" y nunca tenemos que olvidarnos de eso. Es una modalidad del “entre”, cosa que lo hace interesante, incluso atractivo, al mismo tiempo que lo comvierte en un verdadero extraño. Porque al ser tan parecido a los humanos, uno se ve tentado a dejarse llevar por las literalidades y entonces no comprenderlo en lo absoluto.
Pobre gatite! Se frustra tanto de tener que explicar-se una y otra vez que sin darse cuenta cae también él en la literalidad de la cotidianidad humana.

El lenguaje del gatite es pura metáfora, poesía en crudo, casi como el sueño de un sueño. Y eso, así de cursi que suena, es lo que eleva aun más el nivel de complicaciones. Porque hay tantos lenguajes como gatites en el mundo, es decir que no hay dos que hablen el mismo idioma. Por lo que ni siquiera tienen la posibilidad de una compañía hibrida con alguno de su misma especie de modalidad.

lunes, 20 de diciembre de 2010

estereotipos y estereominas.

Las estereominas: 
Las minitas por lo general se dejan el pelo largo para poder dibujarse un bucle con el dedo y ponen carita de tontas mientras un tipo las mira. Ellas siempre están dispuestas al amor, viven enamoradas las minitas, gustan de ser conquistadas permanentemente y escuchar palabras lindas saliendo de la boca de casi cualquiera, porque en realidad lo que ellas quieren es que las traten bien, que les miren las piernas y las inviten a comer. Se predisponen con alegría al rum rum de la conquista, eso es lo que las hace tan adorables, se arreglan, se peinan, se perfuman y hasta son capaces de hablar de política si la ocasión lo amerita. Ellas siempre tienen estrategias y ases guardados en las mangas de sus camisas coloridas.
Usan polleritas cortas o jeans muy ajustados acompañados siempre de  camisas de colores claros que destaquen su decencia angelical, porque las minitas mueven el culo, si, pero quieren que las tomen en serio, y ya no saben cómo hacer para que el mundo entienda que ellas no son chicas de una noche.
Las minitas se juntan y salen a tomar algo, piden siempre tragos tropicales con edulcorante para no engordar, hablan de tipos y de angustias cotidianas, se rien fuerte, sin mostrar por completo los dientes y se tocan el pelo por las dudas que ande por ahí cerca algún tipo que las mire.
Ellas saben muy bien que una vez asegurada la conquista, el tipo se va a olvidar de los poemas y de las cenas, que va a ser un simple tipo que a lo sumo les cambia la lamparita que se quemó en el baño y que de seguro les romperá el corazón y no volverá a llamarlas. Pero a ellas les gusta tenerlos cerca para tener una excusa para llorar mientras se pintan las uñas, hablar por teléfono por horas sobre sus penitas de amor, zapatos y las conchudas de la oficina.

  
Los estereotipos: 
Los tipos no creen en el amor, eso es cosa de minita, pero son capaces de  escribir poemas incluso con tal de  enamorar alguna. A los tipos les gusta que los necesiten y saben muy bien, porque se los vienen diciendo desde el primario, que las minitas no pueden hacer nada sin ellos, por eso se entrenan en cambiar lamparitas sin tenerle miedo a la electricidad y arreglar los cueritos de las canillas que no cierran bien. Ellos siempre se muestran despreocupados  y cuando no saben qué es lo que tienen que hacer fruncen el ceño, se rascan la cabeza y dicen con tono de misterio "habría que verlo".
Los tipos salen a correr para mantenerse en forma, ellos no van al gimnasio, en primer lugar porque el gimnasio es para putos y además porque en el parque siempre hay minitas que salen a pasear al perro y que esperan pacientemente ser conquistadas por tipos atléticos y chivados.
Los tipos siempre están apurados y mantienen sus agendas cargadísima de cosas que podría hacer mañana o hasta incluso nunca, y es que ellos disfrutan de andar a las corridas y tener muy poco tiempo. De ese modo un tipo se asegura que entiendas que sos importante si él se hizo un hueco en la agenda para verte y que no tiene que sentirse culpable por irse apurado, sin abrazarte.
Los tipos se juntan con amigos juegan a la pelota y después toman cerveza y comen mani y hablan de las minitas que se cojieron o de las que se quieren cojer, dejan en claro que no les importa el amor y pueden pasar horas hablando de una parte del cuerpo de la minita, porque al tipo objetivar de manera creativa un culo le hace merito para ponerse otra estrellita en el cuello de la camisa.


Ni las minitas ni los tipos son peligrosos en si mismos y de hecho son fácilmente detectables y a lo sumo un poco aburridos, la macana está cuando uno se encuentra con especímenes que han fusionado muy bien estas características tan disímiles. Ahí si, que desconcierto, porque uno no sabe si escribirles poemas o pedirles que cambien el cuerito de la canilla que gotea, pero se ve tentado a hacer las dos cosas.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

res extensa.

Quiero irme, no se a donde pero quiero irme, lejos. 
Buenos Aires me mata, su ritmo, su hacinamiento, su locura, sus luces, su excesiva humanidad, me mata. Buenos Aires no es para mi, pero se me hizo  tan carne que no se donde empieza ni donde termina.

Nunca me asustó la marginalidad, entro y salgo cuando quiero, cuando quiero. Con esta carita de nena buena, con este vocabulario enriquecido por mi educación luterana, con estas tetas y con los kilómetros de calle que tengo encima, entro y salgo cuando quiero, cuando quiero.
Cuatro bolsas nos tomamos el viernes, nunca había tomado tanto y si hubiese sido por mi seguíamos pero el cajero no quiso entregar más plata. Una vez más el sistema tuvo que indicarme la “normalidad” y tuve que parar. Quería seguir, quería irme, a no se donde, pero quería seguir, treparme a un árbol, andar por los techos. No sentía calor, ni frio, ni dolor, ni nada, no sentía el cuerpo, no tenía cuerpo. Había logrado lo que Descartes buscó por mucho tiempo en sólo una noche y cuatro bolsas. Escindida completamente, escindida y con cuerpo de mujer, tentadora, una gata cuando quiero y con cuatro bolsas una gata en celo, oscura, terrible, con las patas llenas de brea. Una sonrisa, de esas bien mentirosas, dibujada en la cara, mi cara que para ese entonces no era ni mía ni de quién me miraba, no era de nadie. No tenía cara, no tenía cuerpo, estaba ahí pero no estaba, estática, con la sonrisa dibuja y los ojos para adentro, con tantos pensamientos juntos que no pensaba en nada. Por suerte. Con todos los disfraces juntos, todos juntos, desprolijos, amontonados sobre mi cuerpo, un cuerpo que no era mio, ni de nadie.

Buenos Aires me mata,  de a poco y con muertes cada vez más dulces. Con su permanente compañía tan ficticia como sus luces, con su abundancia, sus bocinas, sus millones de alfombras para barrerles debajo.  Buenos Aires no es para mí, pero también soy yo y entonces no puedo dejarla, donde vaya estará, con la sonrisa burlona dibujada en una cara sin forma.

Quiero irme, no se a donde pero quiero irme, lejos. No escaparme, esta vez, sino irme. 

(para m. entre lo oscuro, lo grotesco y lo hermoso que tiene andar caminando con el corazón en la mano)

sábado, 11 de diciembre de 2010

realismo (a dos voces).

Mi nenita está agotada, se la nota muy cansada, con respiraciones profundas, el pelo algo revuelto, quiere dormir, lo se, quiere dejarse vencer por el sueño. Pero estoy despabilada y algo aburrida, no quiero que se duerma, quiero que esté ahí para mí. Le acaricio despacio las piernas peludas, le subo un poco la pollera, que le deje puesta todo el tiempo, le rozo como quien no quiere la cosa su agotadísima pija que, ahora, es más que nada un poema de amor.
Quiere dormirse, lo se, pero no voy a dejarla. Todos los movimientos son suaves pero cuando la veo irse le hablo y la hago reír, me mira con los ojos semi abiertos, quiere dormir, pobrecita no voy a dejarla, yo no tengo sueño así que tampoco ella se va a dormir. Le pido que me cuente una historia, quiero escucharla hablar con su voz suavecita, esa voz que se va perdiendo cuando uno quiere dormir.
Ella es tímida para arrancar, le cuesta arrancar, pero cuando se larga no la frena nadie, solo hay que saber preguntar, como a todos, entonces le pregunto, quiero escucharle la voz suavecita: “hiciste alguna vez un trio?” Abre los ojitos cansados, ahora tienen esa luz que se pone en los ojos cuando se recuerda algo lindo. Sonríe y arranca.
Me cuenta la historia más excitante que le escuche hasta ahora, siempre con la voz suavecita, siempre con los ojos entre abiertos, pero cuando me mira, cuando hace como si nada mientras le toco el pelo intentando arreglárselo, veo en sus ojos ese brillo de fantasía y recuerdo que me gusta tanto. Me atrapa enseguida con el relato, me enciende y se muy bien que cuando lo termine, voy a volver a atacarla. Lo se y ella también lo sabe. Tal vez por eso hace tan larga la historia, le pone tanto detalle, porque mi nenita es tímida, si, pero no tiene un pelo de tonta, quiere jugar también conmigo, quiere hacerme esperar, y yo la dejo, no la interrumpo mientras me cuenta, ya habrá tiempo.

“viaje por el sur, había armado grupo en el micro en bs as, fuimos por distintos lugares, llegamos a Bariloche y fuimos a bailar todos juntos. El lugar: tres pistas, tres pisos, se llama o se llamaba CLANDESTINO, pista de arriba: rockn and roll, abajo latino con recitales y todo, abajo (un sótano) una luz roja un pequeño escenario y música muy sensual. Quedaba cerca del baño, era una tentación, mientras esperaban para ir al baño pispeaban. Yo vi el lugar y ni mee, me metí. Había tres sillones, me senté en uno. Los que vinieron conmigo me miraban espantados, no sabia porque ni me importaba. Me tome una cerveza grande de litro en vaso, cuando se acabo cerré los ojos y tenia otra. Magia? No, una rubia, 35 años. Se me sienta al lado, me rio y le digo gracias. En el sótano había unas 20 personas y 5 mirando afuera. Abro los ojos  y la veo a la rubia de nuevo, solo que esta vez besando a una morocha de pelo corto, su pareja. A lado un pibe de 18 añitos, semidormido, muy drogado. Al lado de él un pibe morochito vestido de nena, sin tetitas nada, hablando con un oso. Miré para atrás y bailaban todos, se cojian con las piernas, con los ojos, se penetraban todos con las miradas.
Había un pequeño escenario, y las dos chicas empiezan a bailar y besarse ahí, se amaban, lo se. Yo, estaba feliz, no la tenía parada, era feliz.
Cuando termino el tema, viene la rubia se me sienta y me pide cerveza, mete su mano en mi pierna y me dice “hola”, solo eso. Le convido su cerveza y se me sube en las piernas. Mire a su dama, me miró fijo, nunca sentí el celo de una mujer sobre otra así jamás, me quemaba. Entonces le dije al oído “o viene ella o te vas”. La llamó, ella se negaba con la cabeza (para reafirmarse le mordió el culo al travita que estaba regateándole al oso unos dolares por un pete). Entonces ella me dice “ahora viene”. Mete su mano entre mis piernas y me dice  algo así como “quiero pija de carne” No se. Entonces sentada en mis piernas, su mano en mi pija semi erecta,  me dice “a esa puta le gusta esto” y me empieza a besar, nos besamos mucho, pareció mucho. Sentí voces, festejos, música, gente que se acercaba, vibraciones y una presencia, parada estaba la pareja, mirándonos, pero su mirada era otra, lasciva. La espié, entonces le saco la boca a la rubia  y le digo a la otra “veni”, se acercó y ella la beso, un hermoso beso y después nos besamos los tres.
Al rededor todo era una gran fiesta, el travita había desaparecido con el oso, el pibito dormía y el resto, yo sentí, que se penetraban como antes, pero estaban celosos.
Empezó un cuarteto de Rodrigo, estaba de moda y a la pista los tres, ya en el escenario chiquito ese, bailo con las dos, las beso, nos apoyamos, nos tocamos, éramos uno sentía. Después de bailar un buen rato, todos transpirados, la rubia quiere ir al baño y me agarra de la mano. Eran unos baños con puertas como las del lejano oeste, esas que son de madera y se abren de a dos. Hacemos poca cola y entra, yo me quedo afuera, me dice “veni boludo”, me mete adentro, era de dos por dos. Se baja los jeans, hermoso vello púbico, se agacha sin tocar el inodoro y mea adentro, yo miraba, fascinado. Termina  de mear, yo creo que sacudió la concha pero no me acuerdo y me agarra la mano, la mete en su boca y con su mano me desabrocha el pantalón se corre, me hace pasar se pone en  mi espalda, yo mirando el inodoro, me la saca y me dice “mea”. Primero mee la pared, estaba parada, nos reímos, pero ella quería sentir el chorro borbotear, sentir la pija moviéndose, la acomoda bajándola y meo, me agarra la mano mojada por su boca antes y se la mete en la concha, yo de espaldas meando. Dejo de mear, me la sacudo y ella me la suelta. Cuando meas siempre se baja, siempre, será por eso que cuando voy a darme vuelta para besarla, se agacha, me baja mas los jeans y el boxer y me abre la cola, mete su lengua y al toque se me para (no me beso mucho, pero fue mi primer beso húmedo, bien negro). Me da vuelta, la agarra firme, la mira, me mira y me dice “que envidia te tengo” y me la empieza a chupar. Empiezan a golpear la puerta “que se mean” “que dale” “que apurense”, nos reimos, nos subimos todo, y salimos juntos. Volvimos al sillón, estaban todos de nuevo, la pareja, el travita, el oso (mas relajado), y el pibito dormido totalmente. Nos fuimos todos en el auto del oso a la casa de la pareja de la rubia, ella era puta, trabajaba de eso.
Cuando llegamos, entramos a un cuarto, la rubia, su pareja y el pibe que estaba muerto, lo tiraron en la cama, le decian cosas dulces al oido, lo acariciaban las dos. Le decían “a dormir bebe” y lo dejaron en bolas en el costado de la cama, boca abajo, era un bebe, lampiño. La morocha me preguntó si me gustaba cuando me vio mirarlo, yo le dije algo que me salio del alma "me da piedad", ella se enterneció ahí, lo se, lo presentí y además me dio un beso en la boca. Entonces me empiezan a besar, las dos, una desnuda la otra vestida. La morocha jamás me toco el pito. Me besaba y a ella y los tres, pero le atraía ella, cuando la rubia se subió arriba mió ella le chupaba la cola a ella pero a mi los huevo no ni el culo nada. Me acariciaba las piernas, pero era con ella, había amor ahí. La rubia me monto, acabamos y después me la chupo, acabé otra vez, nos besamos los tres con mi leche y me dijeron, “sentate ahí” se besaron los cuerpos como nunca y el muertito solo recibía dedos en su culito, se lo metía una, se miraban y se reían. El pibe se movía como si fueran moscas, pero nada, le podrían haber metido un cargamento de pijas y nada. Ellas acabaron, y me dijeron “veni acostate” me puse a la izquierda de la rubia, la rubia al medio,  la morocha derecha y el muertito casi al borde a la derecha. Después de un rato, entró el trava en bolas y me dijo “te abro?” me vestí y me fui.

Me encanta escucharla, me gusta verla así, cansada y contándome una historia a la que le sobran detalles.
Sólo ella, mi nenita/hombre es capaz de contarme un relato protagonizado por putas, travas, osos y drogoncitos, destacando el amor de las miradas, la belleza del momento, la ternura que le despertó un culo lampiño. 
La escucho atentamente, tengo la certeza que no me equivoque con ella.

viernes, 3 de diciembre de 2010

bio-política-punk.

No me voy a poner a discutir ahora sobre el instante preciso en el que comienza la vida, tampoco sobre el suspiro último que determina con exactitud el aparecer de la muerte, eso ahora me resulta poco importante. No voy a intentar escupirles con lagrimitas pelotudas mis propias miserias del pasado para convencerlos de una puta nada, ni quiero discutir giladas heteronormativas, catolicotas ni mucho menos feministas. Pero acabo de salir a la calle a buscar cigarrillos y cerveza, compañeros infaltables de un viernes a la noche y se me crisparon hasta los pelos del culo cuando ví en la luneta trasera de un colectivo un cartel enorme con la cara de un niño blanquito y saludable que decía: “si a la vida, no al aborto”

No voy a intentar desentrañar quién tiene la razón, no me interesa darles ni un centímetro a los feligreses chupacirios, pero me pregunto, simplemente me pregunto: de qué me están hablando?
Una sociedad contaminada de batallitas pelotudas de las que nadie sabe nada  pero todos opinan, se informan y discuten, donde prima la inmediatez, las promesas de papitos buenos, de Mesías privados que nos libren de todo mal, que se acostumbró a hacer dialéctica de la mierda y entonces comen caca de la caca, donde el amor es entendido como una posesión más que se puede comprar y vender muy al estilo mercado libre, donde se pide a gritos ser tratado como títere, donde todos fuimos tan amarretes que en el mercado de las caretas nos compramos una sola y la usamos para siempre, la lavamos todas las noches y nos la ponemos todas las mañanas, toda desgastada, carcomida por el tiempo.

Hubiese preferido encontrarme con otro mensaje en la luneta del bondi, hubiese querido, y tal vez me cagaba de risa, que atrás del bondi se lea: “contra el aborto, coja por el orto” y que en vez de un niño saludable la foto muestre un tipo con las nalgas bien abiertas esperando el pijaso de alguno, preferentemente si ese otro se mostraba con los pantalones simplemente abiertos, el cinturón colgando, la camisa apenas levantada y la desesperación en la cara de querer penetrar bien duro a ese otro buen cristiano. Lo hubiese preferido porque además de subliminal y simpático, hubiese sido “gay friendly”, es decir, políticamente correcto y actual.
Pero no, en la luneta había una foto de un nene bien y decía “si a la vida, no al aborto” con un fondo rojo de placa de crónica tv. En el mismo bondi en el que nos subimos cada mañana con un tarrito de vaselina en la mano para que nos la den bien por el culo con la única careta toda gastada que tenemos.

Vayan a tomar por culo enfermitos moralistas que seguro les va a gustar y de seguro también van a encontrar alguna oración que los libere de todo mal, culpa y cargo. Dejen que decidamos solitos qué hacer con nuestras heridas y recuerden que para que un mensaje prenda en el público siempre es mejor acompañarlo de tetas, pijas  y culos. 
Aprendan! 

miércoles, 1 de diciembre de 2010

oda a (mi) Esperanza.

Esperanza siempre fue una mujer de esas que las malas lenguas llaman "chica fácil", pero Esperanza no es ni chica ni fácil. Es una extraña conjunción de voladaditos y cadenas, cuando no está planchando los volados, arrastra o golpea las cadenas. 
Esperanza siempre tuvo las tetitas chicas y siempre hizo de todo para que se noten. Ella usa musculosas ajustadas en invierno y no teme mostrar sus timbresitos porque es la mejor manera que encontró para demostrarle al mundo que es una mujer completa. 
Casi todas sus frases comienzan con un "mira, yo te voy a explicar..." y por lo general las termina con un "entendes?" pregunta que no es retórica, sino que busca con sinceridad una respuesta. Porque ella, no habla sino que explica todo el tiempo y quiere asegurarse que la están siguiendo. 
Nunca conocí una mujer tan segura y decidida como ella, una mujer con la mirada tan oscura y la sonrisa más bien clara, llena de burla, eso si, a los kilómetros de pasado que tiene encima. 
Siempre me hace reír porque pelea todo el tiempo, cualquier tópico de la conversación más cotidiana se convierte para Esperanza en un ring donde dar pelea. Saca de la manga argumentos de los más insólitos y si no la gana la empata pero nunca se queda callada. 
Muchas veces quise conquistarla, no lo voy a negar ahora, pero ella sabe muy bien qué es lo que quiere y no la convencen los suplementos o similares. Ella entendió hace rato esto de la carne. 
Así y todo, Esperanza me sigue el juego y me quiere como pocas. Me saca de a bocados las angustias del momento y me deja con la panza llena de alguna interpretación apocalíptica del mundo (donde de seguro ya tiene algún plan para salvarnos) o de pura curiosidad y simpleza. 
El otro día, por ejemplo, mientras me enseñaba a hacer ñoquis y acompañaba cada uno de los rulitos de masa con un "así, ves?" hablamos abiertamente de prácticas sado-masoquistas. Ella me hacía preguntas con el ceño fruncido de querer entender y yo me mataba de risa cuando le salió decirme con cierto asombro "mira, yo te voy a explicar, el jengibre es una raíz que genera calor y sirve para curar resfrios, pero si me decís que también sirve para el culo voy a tener que comprar más, entendes?" 
Esperanza es de esas mujeres que cualquiera quiere tener para siempre en su cama, pero ella es jodida y no la comparte por más de un ratito con nadie. 
Yo, la verdad, me conformo y soy feliz simplemente con que me comparta de a ratos el don que tiene de explicar casi todo y sacar sonrisas de esos ojos oscuros.