domingo, 12 de junio de 2011

Lucy in the Sky with Diamonds.

Las imágenes se me pasaban medio revueltas delante de mis pupilas dilatadísimas. Las caras, las luces, la música, todo se me metía directo al cuerpo. Sentía las texturas y los colores, sentía como me envolvían y se enredaban en mis rulos.

Ella me miraba, sonreía y me miraba, bailaba y me miraba, bailaba para mí. Se acercaba y movía todo su cuerpo muy cerca del mío. Tenía borcegos altos, con plataforma, medias de red oscuras, pollera cortita de jean, una remera blanca con algunos dibujos y un chalequito chiquito y ajustado  color negro, pelo muy cortito que le formaba una mini cresta, ojos  grandes y una boca hermosa con labios bien carnosos.
La veía temblar, temblar para mí. Se agitaban sus tetitas, sacudía las piernas y éstas el culo. Un culo firme tapado, apenas, por su pollerita de jean. Estaba con un chico, era su chico evidentemente, pero ella, putita perversa, me miraba y me bailaba a mí. Se acercaba cada vez más y me sonreía. En mi cabeza las imágenes seguían enredadas, pero focalizaba cuando la miraba, focalizaba en ella y su sonrisa, en sus movimientos, en su nuca húmeda por la transpiración que le generaban sus movimientos.
Me convidó del trago que le había traído su chico, no se qué era, ni siquiera lo probé. Me dijo un par de cosas, creo que del trago que me ofrecía, no se, no me acuerdo bien o no le entendí del todo, no se, pero cuando la escuché, cuando escuché su tonada, cuando me di cuenta que esa hermosa tanita estaba tan o más drogada que yo, sentí como un fuego que me salía de adentro y ella también lo sintió.
La ví meterse al baño y no me aguanté las ganas, me metí en el baño atrás de ella.
Se estaba mirando en el espejo, entré y le dije “hola” ella con un lindo "jiji" de putontita me dijo “ciao”. Sin decirle nada me acerqué y la agarré de la cintura, lindas curvas más allá de ser delgada. Quise besarla pero ella se corrió para atrás, me decía que no podía, que no, que no. “Pero dale tanita, si tenés más ganas que yo!” pensé. Me ponen loca las putitas que me dicen que no cuando se les nota que tienen más ganas que yo.
La agarré de la mano y la metí en el cuartito del baño, la puse contra la pared, ella me miraba con esa mirada caleidoscópica. Para esa altura, debo decir, a las dos nos salían colores de los ojos. La besé agarrándola fuerte de la muñeca y puse mi otra mano sobre su tetita izquierda, su pecho subía y bajaba al ritmo de la respiración que parecía estar sincronizada con la música y las luces de afuera. Levanté su remera, no tenía corpiño, le pasé la lengua por el contorno del pezón que estaba bien duro. Le toqué las piernas despacio, haciendo que mis dedos jueguen con sus medias de red. Ella se agitaba y se reía, me tocaba el pelo y muy suave las tetas. Con una mano le agarraba fuerte el culo, con la otra le corrí la bombacha y acaricié despacito esa conchita italiana toda mojada por mí en un baño chiquito y oscuro. Le ponía mis tetas sobre sus tetas, ella me las tocaba y las apretaba cada vez más, se movía agitada. Le metí tres dedos que entraron con tanta facilidad que me puso más loquita de lo que estaba. Sentía la humedad y el calor de su concha en mis dedos, la veía entrecerrar los ojos y morderse los labios. La besé y le estiré el labio inferior con mis dientes, entre ellos dejaba pasar la lengua que bailaba en su labio carnoso. Me reía, todo me hacía reir. Ella estiró la mano y la metió entre mis piernas, arriba del pantalón, me frotaba rápido y con fuerza, mostrándome cómo quería que yo la tocara y así lo hice. Terminamos entre risitas y suspiros. 
Salió primero ella y después yo con aires de triunfo.

El lsd, las putitas y el amor son mis drogas preferidas. Drogas duras y peligrosas, si, pero quién te quita lo bailado?

viernes, 3 de junio de 2011

criterio de demarcación. (lo borrosoñoso)

Hoy soñé con vos y te soñé con detalles que, la verdad, no sabía que me acordaba.
Veía tus manos, claramente eran tus manos y me detenía un buen rato en la forma de tus piernas, tus pies, esos si me los acuerdo. Tu dedo gordo y tus tobillos flacos. Tu espalda, qué linda que es tu espalda y el dibujo que los pelos te forman en la panza y en el pecho.

Pero claro, como siempre, las imágenes en los sueños son borrosas, se borrosoñean las cosas en los sueños.  Pero me acuerdo, si, muy bien de las sensaciones. Las sensaciones son absolutamente vívidas en los sueños y muchas veces más intensas que en cualquier otra parte. Sin estructuras, sin pensamientos, sin explicaciones estériles que no aportan nada. Las sensaciones puras son en si borrosoñosas, tal vez esa sea precisamente, su verdadera condición de posibilidad.

Tu actitud era algo distinta pero no distante, andá a saber si era lo que siempre quise que sea o lo que siempre temí que pueda ser, no se, no me importa, pero era distinta.
Te ponías algo rígido y tu voz no tenía la suavidad que tiene habitualmente, conjugabas imperativamente todos los verbos y los verbos se hacían cosas, cobraban entidad tus verbos. Tu mirada sacaba chispas y se podían ver esos colores que salían de tus ojos.
Me dabas vuelta, me dejabas boca abajo, te sentabas sobre mí, podía sentir todo tu peso en mi cintura, podía sentir como se expandían y presionaban sobre mi cintura tus nalgas esponjosas. Me agarrabas de los pelos, fuerte me agarrabas, hacías que mi cuello se estire, no podía darme vuelta, no podía moverme, no podía mirarte, pero te sentía en todo el cuerpo, en cada respiración te sentía.
En un momento quise mover los brazos, me había puesto algo inquieta, aun cuando por dentro estaba tan serena como hacía tiempo que no estaba. Entonces, sin soltarme el pelo te levantabas rápido y sentí frío en la cintura, como una sensación de inmediata nostalgia corporal. Pero antes que pudiese decirte algo, acomodabas con fuerza tu rodilla sobre mi espalda, haciendo que tu pierna quede en paralelo a mi columna. La presión era fuerte, me costaba respirar.  Empezabas a darme potentes chirlos en el culo, primero con la mano, pero después podía sentir la textura de la palmeta de cuero. Me decías lo rojo que se me iba poniendo el culo y yo podía sentir el calor del rojo, cada vez más caliente, cada vez más rojo y las cosas se me borrosoñaban y se tornaban rojas, con distintos matices, con matices que incluso no recordaba conocer del rojo.
No me pedías que haga nada, todo era entre vos y mi cuerpo, yo estaba pero no, aunque si y nunca había estado tanto. Los chirlos me generaban contracciones espasmódicas que a su vez provocaban que mi pelvis se frote con las sabanas, que a su vez me hacían sentir cada vez más la presión de tu pierna sobre mi columna, que a su vez hacía que mi respiración sea más y más agitada.
Después, súbitamente después, como si la escena hubiese cambiado de repente, como si todo lo otro no hubiese sido nunca. Pero si, porque ahí estábamos. Sentía, esta vez, todo tu cuerpo sobre el mío, sentía como me penetrabas y me presionabas cada vez más fuerte, con cierta violencia lo hacías, violencia que se sentía dulce, amorosa podría decirte,  y una mano tuya sobre mi cuello y otra tironeándome el pelo, te ayudabas para hacer fuerza y empujar y empujar, como si no hubiese fin en los cuerpos.

Yo estaba pero no y vos tampoco estabas pero si.

Después de todo cuál será la línea que divide lo real de lo simplemente fantástico, cuál será el criterio y quién el encargado de descubrirlo, y de qué lado de esa línea estarán los sueños? Las sensaciones tienen realidad efectiva aun cuando se alimenten de cosas que, por ahí hay quienes dicen,  no existen  o por ahí hay quienes, simplemente, tienen miedo que existan.